El Quadrimercado: una alternativa al capitalismo

El objetivo del quadrimercado sería establecer un sistema mixto a medio camino entre el libre mercado y el socialismo, con el objetivo fundamental de proteger a la ciudadanía de la codicia de los mercados financieros y acotar cuáles son los productos y servicios con los que es posible hacer negocios y cuáles no

Ignasi Lirio
5 min readOct 6, 2018

Tras varias décadas de la denominada “Guerra Fría”, en la que dos concepciones del mundo — el comunismo y el capitalismo — pugnaban por la hegemonía mundial, ahora ese mismo mundo bascula de manera más o menos estable hacia otra bipolaridad más compleja y entrelazada: las democracias de libre mercado y los regímenes autoritarios con mercados controlados (como Rusia o China). En el montón intermedio quedarían las socialdemocracias y en los márgenes lunáticos todavía algunos países socialistas como Cuba, Venezuela o Corea del Norte.

A priori con este panorama podría parecer que es el capitalismo el sistema que por fin alcanzó la hegemonía como sistema más acertado para el progreso humano. Lo cierto es que nunca antes en la historia de la humanidad el ritmo de personas que abandonan el estado de pobreza había sido tan elevado. Sin embargo, el capitalismo dominante ha traído consigo en los últimos tiempos el mayor aumento de la desigualdad. El reparto de la riqueza está cada vez polarizado entre unos pocos que amasan la mayoría de los recursos y una mayoría que sobrevive con lo justo. Esta desigualdad parece crecer a un ritmo desbocado, y la explotación del mercado laboral, el atropello al consumidor y el deterioro del medio ambiente se presentan como un sello de identidad de ese capitalismo hegemónico.

El ciudadano de clase media, que tradicionalmente era el pilar de todas las socialdemocracias occidentales, se ve en peligro de extinción y asiste, impotente, a cómo cada vez resulta más complicado subsistir ante subidas de precios de productos y servicios elementales contra las que no sabe cómo luchar y unas oportunidades de estabilidad salarial cada vez más escasas. Los débiles gobiernos de esas socialdemocracias se muestran incapaces de afrontar esta problemática y se limitan a aplicar pequeñas tiritas fiscales que no solucionan nada.

En este punto, cabe plantearse de nuevo la pregunta: ¿Ha fracasado el capitalismo? ¿Debemos buscar otro sistema alternativo a él?

Toda vez que ha quedado demostrada la ineficacia de los sistemas socialistas (con el derrumbe de sus gobiernos, o con países como China que mutaron hábilmente hacia una suerte de oligarquía capitalista) ¿qué alternativa nos queda? Si bien son evidentes los efectos perniciosos de un mercado libre que acaba asfixiando a la clase media, también es cierto que ese mismo libre mercado ha estado detrás de los grandes avances tecnológicos que han permitido la expansión de la economía en algunos frentes. Es por eso que a menudo comparo el capitalismo con un buey de carga: es una buena herramienta para arar el campo pero también, si no se le embrida y se le domestica, puede ser una bestia desatada que destroce la aldea a coces y cornadas. Lo deseable sería, entonces, una especie de libre mercado domesticado, más allá de las torpes medidas de regulación de las socialdemocracias, que siempre se muestran ineficaces por ir siempre por detrás de un mercado siempre más veloz.

Mi propuesta para tratar de domar al capitalismo consiste en trocear el sistema de Libre Mercado en cuatro sectores ensamblados: yo lo llamo el Quadrimercado. ¿En qué consistiría?

- Por un lado estaría el mercado 100% libre, donde bienes y servicios se intercambian sin más regulación que las estrictamente sanitarias y de seguridad. Es decir, el estado no interviene mientras lo que hagas no constituya un delito. Dentro de esta categoría de mercado cabrían todos aquellos productos que no fueran estratégicos o de primera necesidad. Sobre todo artículos de ocio y lujo.

- Por otro lado estaría el mercado regulado. Muy similar al que ya existe en la mayoría de socialdemocracias, los bienes y servicios que se ofrecen en este segmento están sometidos a las normas de un organismo público regulador, tanto de la competencia, como de las condiciones de contratación, pero no tanto de los precios de esos productos; y la relación entre el vendedor y el comprador se produce sin más intermediarios. En este segmento cabrían la mayoría de los productos del mercado, excepto los de primera necesidad o estratégicos.

- Luego iría el mercado controlado, destinado a aquellos productos básicos de consumo constante como pueden ser la energía, el agua y las telecomunicaciones. En este mercado los proveedores no son libres de estipular ni los precios ni las normas de contratación, que sería responsabilidad del estado, que actuaría como licitador de una serie de servicios sacados a concurso con el fin de abastecer esas necesidades básicas, con los precios y las condiciones del servicio fijadas y de obligado cumplimiento. En este segmento, las empresas pueden ofertar esos servicios pero no son libres de fijar precios y, en definitiva, de desarrollar un negocio en torno a ese servicio más allá de la habilidad que tengan de prestarlo en las condiciones pedidas ahorrando en sus costes internos. El consumidor no se relaciona nunca directamente con estas empresas, sino que contrata estos servicios directamente a la administración, quien facilitaría folletos informativos sobre las diferentes ofertas de las diferentes empresas licitadas. Al ser la administración la única autorizada para ser conocedora del perfil de ingresos de cada consumidor, se podrían establecer los precios de los servicios básicos en función siempre de dichos ingresos, como un porcentaje de los mismos. Las empresas proveedoras no tienen acceso a esa información sobre el consumidor y se limitan a disponer de los servicios directamente a ese consumidor pero siempre con el estado como intermediador a todos los efectos.

- Finalmente, estaría el segmento del mercado cerrado, es decir, aquellos productos con los cuales nadie puede establecer un negocio basado en ellos. Éste podría ser el caso de algunos medicamentos básicos como las vacunas o algunos servicios perentorios como los funerarios. En este segmento, sería el estado quien lo ofrecería directamente sin mediar ninguna empresa, a un precio simbólico o gratuitamente de facto.

El Quadrimercado está pensado para funcionar dinámicamente: los productos y servicios que pertenezcan en un momento dado a un segmento podrían llegar a ser promovidos a uno superior o removidos a uno inferior, en función de la carestía de ese producto o servicio.

Así, por ejemplo, se podría iniciar un quadrimercado donde los servicios de telefonía estuvieran dentro del segmento del libre mercado. En caso de que la situación derivara en subidas de precios y contínuos atropellos hacia el consumidor, se podría decretar el cambio de dicho mercado al regulado o controlado. Si, una vez allí, la situación se estabilizara de cara al consumidor, se podría barajar la posibilidad de devolverlo al mercado libre.

El objetivo del quadrimercado sería establecer un sistema mixto a medio camino entre el libre mercado y el socialismo, con el objetivo fundamental de proteger a la ciudadanía de la codicia de los mercados financieros y acotar cuáles son los productos y servicios con los que es posible hacer negocios y cuáles no, o con cuáles es posible ganar dinero pero no plantear una expansión empresarial.

Y todo ello, claro está, bajo el marco de la soberanía de un estado democrático.

--

--

Ignasi Lirio
Ignasi Lirio

Written by Ignasi Lirio

Barcelona, Spain. Physicist. Writer. Poet. Digital Publishing trainer. I will talk about #NewEconomy, #Complexity #Science #Sociology

No responses yet