Introducción al método ‘Triple P’
En la era de las fake news y de la balcanización de la epistemología, encontrar una herramienta fiable con la desbrozar la jungla de información que amenaza con devorarnos no es una tarea sencilla. Discernir lo verdadero de lo falso o lo “bueno” de lo “malo” es un juicio muy difícil, puesto que a menudo nos ponen delante proposiciones donde ambas cualidades se hayan densamente intrincadas. Además, la disección de dichas proposiciones también es un trabajo complicado, puesto que el ruido y las mareas a las que se ve sometida nuestra brújula estética, ética y moral produce distorsiones lo suficientemente grandes como para que acabemos completamente perdidos.
Para tratar de encontrar el rumbo adecuado dentro del océano de la falsabilidad, personalmente utilizo con frecuencia lo que he venido en denominar el método PPP o técnica de la triple P, que consiste en, ante cualquier noticia, enunciado o proposición, realizarse estas tres preguntas simples, en el siguiente orden:
1) ¿Es posible?
2) ¿Es plausible?
3) ¿Es probable?
Posible, Plausible y Probable. Tres adjetivos que actúan como tres tamices sucesivos donde cribar cualquier información en sucesivos filtros de veracidad (o al menos, de verosimilitud)
Para empezar, si algo es imposible, si no es físicamente posible, ya no merece la pena seguir analizándolo. Una máquina de movimiento perpetuo es imposible y por lo tanto, su existencia no es ni probable ni plausible. Simplemente, no es posible.
En caso de que sí lo sea, deberíamos estudiar la plausibilidad del enunciado. Hay cosas que pudieran parecer imposibles en primera instancia pero que, tras analizarlo con detenimiento, no hay aparentemente nada que impida que pueda existir físicamente. Por ejemplo, no es imposible que la Tierra sea plana, pero no es plausible (por varios motivos que darían para un artículo aparte).
Por último, si algo es posible y plausible (o, si se prefiere, factible) hay que estudiar si es probable. Esta fase sería quizá la que implicaría mayor dificultad, ya que para determinar la probabilidad de un suceso o la veracidad de una proposición necesitamos de una mayor cantidad de información sobre ella. Por ejemplo, el Calentamiento Global es algo posible, plausible y probable; dadas las circunstancias y lo que conocemos acerca de ello. Además, podemos aventurarnos a asignar un porcentaje a esa probabilidad.
Siendo así ¿cuándo podríamos afirmar que algo probable es, además, cierto? ¿Tiene que ser necesariamente cuando esa probabilidad sea exactamente del 100%?
En estadística suelen emplearse parámetros simples para medir esa exactitud, los llamados intervalos de confianza. En la distribución estadística más habitual, se suele medir en función de unidades de “sigma”, esto es: cuando el intervalo de confianza (cuando la probabilidad de certeza) es del 68% o superior es una sigma. Cuando sigma es igual a dos, esa probabilidad asciende al 95,4% mientras que un intervalo de tres sigmas equivale a una confianza del 99,7%; que sigue siendo menor al 100% pero que nos da una idea sobre las oportunidades de que esa hipótesis que tenemos entre manos acabe identificándose rigurosamente con lo que podríamos denominar como algo cierto o verdadero.
Entonces, el método PPP de fiabilidad de una propuesta lo podríamos resumir de la siguiente manera:
Primero: ¿es posible? (para ello emplearemos sobre todo, pero no solo, las leyes de la física)
Segundo: si es posible ¿es plausible? (para ello someteremos la propuesta a los filtros sobre las falacias lógicas o dialécticas, además de la prueba del contraejemplo)
Tercero: si es plausible ¿es probable? (para ello emplearemos todas las evidencias y conocimiento a nuestro alcance con la intención de asignar una probabilidad. Si ésta es de dos sigmas o superior, la daremos como cierta)
Este método, que obedece a una lógica bastante elemental, puede ser un buen punto de partida para ayudarnos a discernir qué merece la pena incoporar a nuestra base de datos mental de certezas y qué archivamos en el sumidero del olvido.
¡Espero que os sea de utilidad!